lunes, 27 de mayo de 2013

FUNDAMENTACION DE LA DIDACTICA...


Fundamentación de la didáctica
Margarita Pansza G.Esther C. Perez J. Y Porfirio Moran O.
México, Edit. Gernika sexta edición 1996





ESCUELA TRADICIONAL NUEVA TECNOCRATICA Y CRÏTICA


La institución por excelencia de la educación for mal es la escuela. En ella se concretan los proble mas de finalidad, autoridad, interacción y currículo que constituyen la problemática básica del docente y en los cuales se refleja la sociedad entera.

La escuela constituye lo que llamamos un aparato ideológico especializado, ya que su función está relacionada con la transmisión, conservación y promoción de la cultura, lo cual favorece nuestra integración en una sociedad determinada. "Para educar es necesario un aparato cultural, a través del cual la generación anterior transmite a la gene-ración de los jóvenes toda la experiencia del pasa do (de las viejas generaciones pasadas), les hace ad quirir sus inclinaciones y hábitos (incluso los físicos y técnicos que se adquieren con la repetición) y trans mite enriquecido el patrimonio del pasado"31.

Esta transmisión de contenidos, donde está im plicitado lo ideológico, se realiza principalmente a través de la escuela, órgano que, hasta fechas muy recientes, no había sido cuestionado; pese a ser de positaria de una serie de mitos tales como la neu tralidad, tanto de la ciencia, como de la acción educativa, de la igualdad de oportunidades, etc.

Hasta hace relativamente poco tiempo, cuando se presentaban problemas en la escuela, relativos a la calidad de la enseñanza, al aprovechamiento es colar, a la disciplina, etc., se centraba el análisis de éstos, en las conductas individuales que el profesor o el alumno asumieran, sin cuestionar la forma en que la escuela misma, con sus normas, su aisla miento respecto a la sociedad global, los requisitos que impone al cuestionamiento de contenidos y programas, contribuye a acentuar una problemática que en algunos casos supera incluso los limites de la escuela, o sea, desconociéndose en esta problemática la forma como la institución misma determina o influye en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Esta reciente consideración de la escuela, como un objeto de conocimiento que debe ser abordado para tener una explicación más coherente del proceso de enseñanza-aprendizaje y proporcionar un marco referencial al trabajo docente, está muy relacionada con la difícil tarea de la construcción del objeto científico de la educación que, y desde luego está en proceso de construcción.

El primer supuesto del que se debe partir en el análisis de la escuela, es la consideración de la misma como una organización social y, en este sentido, el reconocimiento de su historicidad. Es decir, la escuela es un producto histórico, una organización social, y por lo tanto transitoria y arbitraria.

Faltan principalmente todos los motivos para considerar (naturales) las instituciones y las estructuras educativas que la historia nos ha  trasmitido cristalizadas en la forma actual de la escuela. En realidad la estructura de la escuela no es natural ni siquiera histórica en el sentido inmediato y total que lo son las estructuras productivas de la sociedad; la escuela es más bien una superestructura.

La escuela, al ser puesta en el banquillo de los acusados, ha sido condenada a muerte por sus críticos más radicales, quienes han desarrollado un movimiento teórico en contra de ella, acusándola básicamente de reproducir los intereses de la burguesía, de ocultar la realidad de la desigualdad social y de su elitismo. Caer en esta posición suele llevar a u tipo especial de idealismo, en el que más que transformar la realidad se pretende destruirla, como si en esta forma se acabase con los problemas sociales, con sus conflictos y contradicciones y su reflejo en la escuela.






Nosotros creernos que más que la muerte de la escuela, se debe someter a ésta a una crítica severa y a su radical transformación; frente a las viejas es tructuras educativas, se impone la construcción de nuevas estructuras que contemplen los problemas de finalidad, autoridad, interacción y currículo, desde una perspectiva científica que parta del reconocimiento de la educación corno un hecho social y asuma las contradicciones y conflictos que se dan en el proceso educativo, sentando las bases pa ra la construcción de una didáctica que devuelva a profesores y alumnos la conciencia y la responsa bilidad de sus propias acciones, así como los lími tes que la convivencia social impone al hombre:

El hombre nace de hecho en la sociedad, pero no nace social, llega a serlo con la educación, que le hace asumir poco a poco su situación de hecho y originaria”.

La necesaria reconstrucción de los momentos históricos por los que ha atravesado la conceptuali zación de la educación y por ende de la didáctica (referida más específicamente a los procesos de enseñanza-aprendizaje), nos lleva a la elaboración de modelos teóricos que en alguna forma recogen en lo general las características de la educación formal que representan. En este trabajo descubri mos brevemente, dichos modelos que están dados con las siguientes denominaciones:

                Escuela tradicional
                Escuela nueva
                Escuela tecnocrática
                Escuela crítica


ESCUELA TRADICIONAL34

Se remonta al siglo XVII el origen de lo que se ha llamado escuela tradicional. Coincide con la ruptura del orden feudal y con la constitución de los estados nacionales y el surgimiento de la bur guesía; se debaten en el terreno de la educación distintos proyectos políticos.

Con relación a las prácticas escolares cotidia nas, los pilares de este tipo de escuela son el orden y la autoridad. El orden se materializa en el méto do que ordena tiempo, espacio y actividad. La au toridad se personifica en el maestro, dueño del co nocimiento y del método.

Nada se deja al azar, el método garantiza el do minio de todas las situaciones. Se refuerza la disci plina ya que se trabaja con modelos intelectuales y morales previamente establecidos.

La escuela tradicional fue una forma perfecta mente adecuada a las necesidades de su tiempo y, en ese sentido moderna. El vigor con que hoy sub siste es correlativo al modelo de sociedad que le dio origen.

Rasgos distintivos de la escuela tradicional son: verticalismo, autoritarismo, verbalismo, intelectua lismo; la postergación del desarrollo afectivo, la domesticación y el freno del desarrollo social son sinónimos de disciplina. Esta escuela se concibe al  margen de las desigualdades sociales que perpetúa al ignorarla35.

En la escuela tradicional se respeta un rígido sistema de autoridad; quien tiene la mayor jerar quía es quien toma las decisiones, que resultan vi tales para la organización, tanto del trabajo como de las relaciones sociales, y el alumno, que es el que está al final de esta cadena autoritaria, carece de poder3~.

El verbalismo constituye uno de los obstáculos más serios de la escuela tradicional, donde la expo sición por parte del profesor substituye de manera sustantiva otro tipo de experiencias, como pueden ser la lectura en fuentes directas, la observación; la experimentación, etc., convirtiendo así la ciencia en algo estático y al profesor en un mediador entre el alumno y el objeto de conocimiento. La dependencia que se establece entre el profesor y el alum no, retarda la evolución afectiva de este último, in fantilizándolo y favoreciendo su incorporación acrítica en el sistema de las relaciones sociales.

El intelectualismo implica privilegiar la di sociación entre intelecto y afecto. Creer que en la escuela sólo importa el desarrollo de la inteligencia implica negar el afecto y su valor energético en la conducta humana.


ESCUELA NUEVA

Constituye una respuesta a la escuela tradicional y resulta un movimiento muy controvertido en educación. Muchos pensadores (Bernfeld entre ellos) lo consideran una revolución copernicana en el campo de la educación, ya que da un giro de 180 grados al desplazar la atención, que en la educa ción tradicional se centrada en el maestro, hacia el alumno.

Este movimiento surge a principios del siglo XX y está ligado a una serie de transformaciones económicas y demográficas.

Curiosamente, la mayoría de los hombres que transformaron los criterios de la educación formal tradicional no eran pedagogos sino médicos o psi cólogos, que llevaron al campo de la escuela los conocimientos que sobre el hombre estaban adqui riendo en sus campos disciplinarios.

La Escuela Nueva descubre posiciones relevan tes para la acción educativa, y continúa siendo ac tual. Aunque presenta una serie de limitaciones, es innegable que propicia un rol diferente para profe sores y alumnos. La misión del educador estriba en   crear las condiciones de trabajo que permitan al alumno desarrollar sus aptitudes; para ello se vale   de transformaciones (no radicales) en la organiza ción escolar, en los métodos y en las técnicas peda gógicas

Las principales consignas de la escuela Nueva, son:

  La atención al desarrollo de la personalidad, re-valorando los conceptos de motivación, interés y actividad.
  La liberación del individuo, reconceptualizando la disciplina, que constituye la piedra angular del control ejercido por la escuela tradicional y favoreciendo la cooperación.
  La exaltación de la naturaleza.
  El desarrollo de la actividad creadora.
  El fortalecirniento de los canales de comunica ción interaula.

En la práctica, la aplicación de estos principios no ha sido nada fácil y no han tenido suficiente fuerza para erradicar la Escuela Tradicional.

Las criticas que ha recibido la Escuela Nueva, desde el punto de vista de los partidarios de la Es cuela Tradicional, se centran básicamente en el he cho de que se olvida el valor formativo del trabajo y del esfuerzo, y que es realmente difícil identifi car cuáles son los auténticos intereses de los niños, pues éstos se encuentran condicionados por el medio social.

Los partidarios de la Escuela Crítica señalan que los seguidores de la Escuela Nueva no han te nido en cuenta los intereses institucionales; que son idealistas como teóricos y oportunistas como prácticos, y que manipulan a los alumnos al ofre cerles una apariencia de realidad.

Podemos sintetizar las críticas en lo expresado por Lobrot en su libro Peaagogía Institucional:
pese a sus buenos propósitos, esta pedagogía no ha sido capaz de transformar los hechos, de cam biar la realidad de las instituciones educativas. Por eso a un nivel profundo, el problema de la educa ción no es pedagógico sino político"38

Cabe destacar que la influencia del movirniento de la "Escuela Nueva", en la educación superior, ha sido mínima; pero existen ensayos de ella, en nuestro país a nivel de la enseñanza media, es de cir, en secundaria y bachillerato, mismos que debe rán ser evaluados con cuidado.


ESCUELA TECNOCRATICA

Este modelo ha ejercido una influencia muy importante en las instituciones educativas de nues tro país. La Tecnología Educativa es un hecho cu   El pensamiento ya presencia se deja sentir en todos los niveles del   tecnocrático en sistema educativo nacional, con repercusiones importantes en la educación superior.              superior.

Esta corriente ha contado con un gran apoyo para su difusión e implementación en nuestras ins tituciones educativas.

¿Pero qué es la tecnología educativa, y cuáles son los supuestos en que se apoya?

Para entender la influencia de la tecnología educativa, debemos situarla con relación al proceso de modernización que a partir de los años cincuenta caracteriza la educación en América Latina. Como ya hemos señalado, la educación está directamente relacionada con el acontecer del sistema social, y así Vasconi39 relaciona la tecnología edu cativa con la presencia creciente del pensamiento tecnocrático en los modelos de desarrollo de los países. ¿Pero cómo caracteriza dicho autor el pen samiento tecnocrático y qué influencia tiene éste en la educación?

Vasconi señala tres elementos característicos de este pensamiento:     

a.    Ahistoricismo          
b.    Formalismo
c.    Cientificismo

Aquí la educación deja de ser considerada como una acción histórico y socialmente determinada, se descontextualiza y se universaliza. Los pla nes de estudio pueden ser trasplantados de un país a otro, sin mayor dificultad, ya que están lógica-mente estructurados. Así las consideraciones socia-les e históricas son hechas a un lado y se da paso a una forma "científica" del trabajo educativo.

¿Pero qué pasa con las contradicciones, con flictos y deseos? ¿Qué con lo consciente e incons ciente que hemos señalado en páginas anteriores?

Todos estos problemas quedan soslayados con la supremacía de la lógica y la ciencia, apoyada en la psicología conductista, que pone su énfasis en la importancia de la objetividad que se alcanza con el rigor de trabajar sólo sobre la conducta obser vable41.

Se recalca también el carácter instrumental de la didáctica; el microanálisis del salón de clases, tomado corno suficiente en sí mismo; el papel del profesor como controlador de estímulos, respuestas y reforzamientos.

Se destaca que el proceso debe centrarse en lo que puede ser controlado, en lo explícito. Lo implí cito no cae dentro de la consideración de la ciencia y, por lo tanto, tampoco se ocupan de ello la psicología, la pedagogía o la didáctica, entre otras disci plinas que estudian el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Surge así la Tecnología Educativa, entendida no sólo por el uso de las máquinas de enseñanza, o la elaboración de objetivos de aprendizaje, sino co mo una corriente nueva en educación, que si bien se presenta con un carácter eminentemente técnico, instrumental, ascéptico, neutral, se fundamenta en el pensamiento pragmático de la psicología con ductista, en el análisis de sistemas, en la formación de recursos humanos de corte empresarial, etc.

La Tecnología Educativa es una corriente adoptada, como aspiración o como realidad, en di ferentes ámbitos y niveles: por los ingenieros de la conducta, que se especializan en la planeación de sistemas educativos, por los profesores, quienes consideran que a través de la sistematización de su enseñanza van a elevar el nivel académico de sus alumnos y por los propios alumnos, quienes me diante una serie de técnicas-receta sobre cómo es tudiar, van a superar sus carencias42.

Un fenómeno importante que se suscita con la implantación de esta corriente educativa, es un mo vimiento critico que señala que la tecnología edu cativa no logra superar al llamado modelo tradicio nal como se pretende, sino solamente una modernización del mismo con la perspectiva de la eficiencia y del progreso.

De la crítica a la tecnología educativa surge una serie de alternativas interesantes y prometedo ras que pretenden romper con el pensamiento e ideología tecnocrática y retomar la educación co mo un proceso histórico, socialmente condiciona do, asirnilándose los conceptos de contradicción-conflicto, poder e institución que hemos señalado. Dichos movimientos se inscriben en la Didáctica Crítica.

No todas las críticas que se hacen a la tecnolo gía educativa, están adecuadamente orientadas. Vasconi nos alerta al respecto, señalando que "de trás de la exaltación de la tecnología, de los técni cos, hay algo diferente, más profundo y que sí de be ser atacado: me refiero al pensamiento tecnocrático... nuestra actitud no puede ser la de atacar los video-cassettes, sino atacar ciertas mo dalidades del pensamiento que existe detrás de ciertas modalidades del uso de los video-casset tes"43

La Tecnología Educativa representa una visión reduccionista de la educación, ya que bajo la ban dera de eficiencia, neutralidad y cientificismo, la práctica educativa se reduce "sólo al plano de la in tervención técnica. Queda así la educación plantea-da como espacio aplicativo de principios y concep tos donados por la  psicología.


El análisis de la afectividad en la educación queda ausente de la problemática propia del docen te. El conflicto de autoridad se resuelve haciendo del profesor un administrador de los estímulos, respuestas y reforzamientos que aseguren la aparición de conductas deseables.
La interacción profesor-alumnos, contenido-método se ve sometida a estos criterios. Se tipifi can las conductas profesor-alumno en función de modelos preestablecidos, se privilegia el detallis mo metodológico sobre la reflexión epistemológi ca profunda.

La Tecnología Educativa ofrece la ilusión de la eficiencia, y puede ser adoptada solamente por su apariencia de eficiencia y progreso, sin analizar las implicaciones profundas que tiene para el docente


ESCUELA CRITICA

A mediados del siglo XX, surge una pedagogía que cuestiona en forma radical tanto los principios de la Escuela Nueva como los de la Escuela Tradi cional y la Tecnología Educativa, pronunciándose por la reflexión colectiva entre maestros y alumnos sobre los problemas que los atañen, como un pre cedente indispensable para la toma de decisiones en el ámbito pedagógico, lo cual implica criticar radicalmente la escuela, sus métodos, sus relacio nes, revelando lo que permanece oculto, pero que condiciona su actuación, su forma de ver el mun do, es decir su ideología.

Esta corriente aplica una didáctica crítica, toma conceptos que habían sido cautelosamente evadi dos, tales como el autoritarismo, lo ideológico y el poder, y declara abiertamente que el problema bá sico de la educación no es técnico, sino político. Incorpora también elementos del psicoanálisis las explicaciones y análisis de las relaciones socia les en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En la institución escolar, el examen del proble ma del poder propicia una torna de conciencia de que la escuela es un centro de contradicciones psicológicas, económicas y políticas. Este análisis es el que rescata el verdadero poder que, como clases institucionales, tienen profesores y alumnos. El análisis del poder lleva al docente al cuestiona miento de su propia autoridad y conduce a alguna forma de autogestión que se enfrenta al tradicional autoritarismo pedagógico. Dentro de esta corriente se considera que el único elemento real de madura ción psicológica y de progreso social consiste en el pleno ejercicio, por parte del hombre, del poder que le pertenece por su actividad y su trabajo, ese poder cotidiano que comenzando logra por las ins tituciones en que transcurre su vida.

Las instituciones son algo que crean los hom bres y en el poder colectivo que crean está el ger men de su propia transformación. Esto implica un pronunciamiento contra las posturas mecanicistas de la educación, que quitan al hombre la posibili dad de transformación de sus instituciones de tra bajo.

Las instituciones se manifiestan por los com portamientos y modos de pensamiento que asumen los individuos que las integran. Estos comporta mientos y modos de pensar nos son, como lo sos tiene la

Escuela Nueva, fruto de la psique indivi dual, pues son impersonales colectivos.

Para la pedagogía crítica, el análisis institucio nal es muy importante, ya que permite sacar a luz "la dimensión oculta no canalizada y sin embargo determinante"4~ del hecho educativo. Se reconoce a la escuela como una institución social regida por normas, mismas que intervienen en la relación pe dagógica del docente, ya que éste sólo se pone en contacto con los alumnos en un marco institucio nal. Esta estructura puede cambiar tanto en su or ganización como en las técnicas de enseñanza que utilizan el docente y alumnos para lograr los apren dizajes.

El docente realiza su trabajo dentro de una ins titución que en alguna forma se ajusta a cualquiera de los modelos teóricos sobre la escuela que hemos caracterizado brevemente aquí, modelos que quizá no se den en forma pura en la realidad cotidiana de los profesores.

La formación didáctica de los profesores es de vital importancia para lograr la transformación de la labor docente que realicen en las instituciones educativas, pero es insuficiente en sí misma si di cha formación deja a un lado el cuestionamiento permanente de la escuela misma, su organización, sus finalidades implícitas y explícitas, sus currícu los y formas de relación.

"Nuestra época está marcada por la necesidad de una renovación de la enseñanza, de una renova ción fundamental, que no puede ser separada del replanteamiento de la sociedad"47.

En dicha renovación, profesores y alumnos ten drán que asumir papeles diferentes a los que tradi cionalmente han desempeñado, recuperar para ellos mismos el derecho a la palabra y a la refle xión sobre su actuar concreto, asumiendo el rol dialéctico de la contradicción y el conflicto, siem pre presente en el acto educativo. La acción y re-flexión de docentes y alumnos deberán recuperar el valor de la afectividad que hasta hace relativamen te poco tiempo fue considerada como un obstáculo o que no fue bien valorada, en su real dimensión, para el desarrollo de profesores y alumnos.

La necesaria renovación en la enseñanza impli ca un proceso de concientización de profesores, alumnos e instituciones, en diversos niveles.

Aunada a otras disciplinas, la didáctica puede proporcionar elementos importantes para la reno vación de los roles de profesores y alumnos, los currículos y la organización escolar.



PREGUNTAS

1.      Identifique en cuál de los modelos teóricos po dría ubicar, por un lado la escuela en la que tra baja, y por otra parte su propia labor docente (respuesta libre).

2.      Realice un breve resumen de la información que le ha parecido más significativa. Si está si guiendo este curso con otras personas, le suge rimos que primero realice un trabajo individual y después se discuta en el grupo. Le recorda mos que no es indispensable llegar a tener una visión única sobre la problemática tratada ya que esta opinión está necesariamente matizada por la problemática particular de quien realiza la síntesis.



NOTAS

1. LAPASSADE, G. y LOURAU, R. CLaves de la sociología. Barce lona, Editorial Laja, 1974, p. 20.

2. Para ampliar la información sobre las principales corrientes de in terpretación de lo social y su relación con la educación ver: SALO MÓN, M. "Panorama de las principales corrientes de interpretación de la educación como fenómeno social", en. Perfiles Educativos No. 8, abril-junio, CISE, UNAM, 1980.
3. GARCIARENA, J. Poder y clases sociales en el desarrollo de América Latina. Buenos Aires, Edit. Paidós, 1967, p. 258.
4. Para ampliar la información sobre esta orientación ver GOULD NER. La crisis de la sociología occidental. Buenos Aires, Bdit. Amorrortur, 1970, PP. 133-155 y 159-187.
5. Contradicción: "Vinculación mutua interna existente entre tenden cias y aspectos de un objeto o proceso que se penetra y simultánea-mente se niegan recíprocamente. La contradicción se manifiesta como unidad y lucha entre contrarios... La dialéctica considera la contradicción una propiedad inseparable de la esencia de las co sas". "Dialéctica es en sentido estricto el estudio de las contradic ciones que se hallan en la esencia misma de los objetos". (Lenin). La contradicción reviste un carácter universal, no existe ningún ob jeto que no sea internamente contradictorio. Tal cosa se explica de bido a que las cosas cambian y se desarrollan incesantemente, a que se manifiestan en ellas nuevos aspectos, y tendencias interna mente contradictorias. La contradicción misma también se desarro lla: desde sus formas embrionarias hasta la forma más extrema por su agudeza... La contradicción es, así, el núcleo de la dialéctica, ac túa como fuente de todo movimiento y desarrollo..." Diccionario marxista defilosofla. ~ajo redacción de 1. Blauberg. México, Edi ciones Cultura Popular, 1972, p. 59.
6. TROISE, Emilio, en el prólogo de Educación y lucha de clases de Ant~bal Ponce. México, Editores Mexicanos, 1976, p. 18.

7. ARDOINO, 1. La perspectiva polftica de la educación, Madrid, Edit. Narcea, 1980, p. 14.
8. DURKHEIM, Emilio. Educación y sociología. Buenos Aires, Schapire Editor, 1974, p. 16. Colecciones Tauro.


DE LOS CURRÍCULOS TRADICIONALES A LOS CURRÍCULOS INTEGRADORES FUNDAMENTADOS EN EL PENSAMIENTO COMPLEJO





 

DE LOS CURRÍCULOS TRADICIONALES A LOS CURRÍCULOS INTEGRADORES FUNDAMENTADOS EN EL PENSAMIENTO COMPLEJO


Planteamiento:
« La educación es la "fuerza del futuro" porque es uno de los instrumentos más poderosos para realizar el cambio. […] Debemos reconsiderar la manera de organizar el conocimiento. Para eso debemos romper las barreras tradicionales entre las disciplinas y concebir cómo conectar lo que hasta ahora se encontraba separado. Debemos reformular nuestras políticas y nuestros programas educativos » (Federico Mayor, Director General de la UNESCO, prólogo a Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro, París, 1999)



Presentado por: Gilbert Caviedes Quintero
Profesor: Nicolas Malinowski


PLANEACIÓN, DESARROLLO Y CURRÍCULO: EN LA BÚSQUEDA DE RESIGNIFICACIÓN DE LA UNIVERSIDAD

Introducción.
En la historia del desarrollo de la educación, se han hecho intentos de transformar la escuela, de acercarla a la vida, a la sociedad, a la ciudad, de la mano de planes y proyectos políticos progresistas y renovadores a veces con resultados esperanzadores pero en muchos casos sin lograr abrir puertas para salir con éxito de la crisis en la que se mantiene y  que continua siendo un desafío.

De todas maneras se sigue considerando en medios sociales, políticos y también en la academia, que la educación es un prerrequisito del desarrollo y la democracia. Esta afirmación llega más lejos cuando se proclama que la educación es un medio para alcanzar niveles más altos de bienestar social y de crecimiento económico, al tiempo que cierra brechas en el desigual acceso a los bienes de la riqueza social y cultural (Rodríguez, 2001).
Aquí entra en juego el currículo, considerado un campo que ha venido generando corrientes del pensamiento en educación que requieren identificar y hacer explícitos los referentes teóricos y conceptuales que dan sustento a las actividades o prácticas institucionales realizadas por las instituciones educativas cuando de desarrollan tareas de diseño, ajuste o revisión curricular. En estas ideas y en el marco de corrientes contemporáneas de debate en el campo de la planeación educativa, diversos autores (G. Sacristán. J. Torres, entre otros)#, sugieren una visión que integre las características y complejidades propias del entorno cultural de las regiones, las necesidades sociales propias de nuestros contextos, con un alto grado de pertinencia y un enfoque global que integre conocimientos cotidiano y disciplinar, ejercicio profesional y fundamentación humanística.

Ahora bien, ¿De qué manera se puede alimentar la reflexión sobre la educación para encontrar una relación significativa entre la planeación educativa, el desarrollo y el currículo? Lo más probable es que las posibles respuestas estén enfocadas hacia la construcción de propuestas integradoras de formación trabajando muy de la mano con los distintos actores sociales, acorde con los desarrollos contemporáneos en el campo curricular. Este trabajo tiene como propósito fundamental poner de relieve  algunos elementos que señalen caminos para poner en dialogo algunos conceptos y prácticas en procura de organizar, de la mejor manera, las funciones y propósitos de la institución educativa en nuestro país.

La planeación educativa como expresión de la política social.
Desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se introdujo en el análisis del desarrollo organizacional (sector productivo) la idea de establecer con anticipación, de prever los acontecimientos antes de iniciar actividades en el proceso de lograr metas u objetivos. La misma definición de dichas metas u objetivos estaba considerada como fase inicial en la sistematización de cualquier proceso de producción ya fuera de bienes o de servicios (Blank, 1993).

¿Cuál ha sido la relación histórica entre la planeación del sector empresarial, industrial, y el sector de la educación? La educación no ha evolucionado por fuera de los acontecimientos de la humanidad; al contrario, su evolución se entiende en el marco de amplios movimientos generados por fuera de su ámbito. A finales del siglo XIX, con la explosiva revolución industrial y sus incidencias en otras áreas de la sociedad, se desarrollaron diversas corrientes teóricas alrededor de la administración para comprender, explicar y sugerir cambios en las prácticas y modelos de producción empresarial. Entre las más importantes se encuentran los planteamientos sostenidos por Frederick W. Taylor#, llamado el padre de la “administración científica” (Arenas, 1993), quien trabajó la planificación de los modos de producción a partir del análisis de cada actividad en la búsqueda de mayor productividad. Esto condujo a la medición de tiempos - movimientos y el establecimiento de estándares que le permitían al patrono definir la eficiencia de los trabajadores al ejecutar la misma actividad. Esto permite abaratar la mano de obra, introducir mayores medidas “científicas de control” a base de descomponer los procesos de producción en operaciones elementales, muy sencillas y automáticas. Sobre el particular, Torres (1996:16) sostiene que “se le ponen fuertes trabas al colectivo trabajador para participar en los procesos de toma de decisiones y de control empresarial… acentúa la división social y técnica del trabajo va a afianzar todavía más la separación entre trabajo manual y trabajo intelectual”. En este tipo de organización, unos son los que piensan y deciden y otros los que obedecen y hacen.

A la par, la institución educativa da respuesta a las necesidades de la nueva sociedad industrial, siguiendo los presupuestos de “eficiencia social” y en ese sentido se parcela el conocimiento a partir del saber culto representado por las asignaturas a fin de prepara los jóvenes para su inserción en el futuro laboral en una sociedad que no resuelve los problemas de equidad, justicia social y democracia. En otras palabras, el proceso de atomización de actividades que se vivía en el sector de la producción, se reproduce también en el proceso de planeación de las actividades que desarrolla la institución educativa. Una muy buena interpretación de la metáfora (fábrica - escuela) se infiere a partir de los planteamiento propuestos por la corriente Tyleriana de los años 40, que se apoya en los desarrollos que en el campo curricular había producido Franklin Bobbit desde 1918. En este modelo se recurre a los especialistas como los encargados de definir, dirigir y orientar los procesos de planeación para que sean otros quienes la desarrollen y ejecuten.
Así, la educación era un obstáculo para la formación de personas reflexivas y críticas sobre la realidad, la participación en la vida comunitaria y la función social de la escuela se reduce, en palabras de  Laval (2004), a la “selección social y sumisión del intelecto al orden establecido”. Los contenidos culturales con los que se relaciona a los estudiantes eran demasiado abstractos, inconexos y por lo tanto incomprensibles. Torres (1996) señala que eran contenidos en muchas ocasiones descontextualizados, alejados del mundo práctico de los estudiantes; las asignaturas se abordan de manera aislada unas de otras y por consiguiente no se facilitaba la construcción y la comprensión de nexos que permitieran su interrelación, ni entre éstas y la realidad.

A finales de los 70´s, comienzos de los 80´s, se introdujeron cambios en las formas de planear y desarrollar los procesos de producción en la industria, en el marco de la globalización de los mercados y la interdependencia de las economías, con el propósito de aumentar la competitividad que en otras palabras significa mayor productividad, reducción de costos laborales, mejora de la calidad y flexibilidad en la producción. Del mismo modo que la revolución industrial creó nuevas modalidades de trabajo en las manufacturas del siglo antepasado, la revolución de la calidad origina nuevas formas de trabajo en todas las formas organizativas de la sociedad.

Estas nuevas modalidades de trabajo contemplan actividades que se proyectan e impulsan básicamente desde el nivel gerencial pero han generado distintos enfoques de la planeación, por ejemplo planes de desarrollo, planeación estratégica y calidad total, entre otros, que se han venido trabajando en los ambientes del sector empresarial productivo y cuya extrapolación se evidencia en el sector educativo conservando, de alguna manera, la lógica empresarial, a pesar de que todos estos procesos de planificación parten del análisis del medio ambiente. Arguin y Caron, (1993) sostienen que el plan de desarrollo y la planeación estratégica son formulados por las altas instancias de dirección bajo supuestos de compromiso social y que la calidad total es sobre todo una filosofía de gestión#, una cultura de trabajo que tiene como propósito responder a los deseos cambiantes del cliente y visualizar sus expectativas. En el proceso participan todos los miembros de la organización y se analiza el medio interno y externo o lo que en general se denomina “contexto”. Después de un análisis detallado del tema, Arguin y Caron (Ibid) concluyen que estos modelos son complementarios y que la elaboración de planes de desarrollo y la planificación estratégica es de orden estructural y procede por vía deductiva, mientras que la calidad total conjuga la vida de la institución y procede por vía inductiva.

Lo anterior permite entender por qué en la institución educativa guardan correspondencia las propuestas al rededor de la descentralización, autonomía de los centros, flexibilidad en los programas escolares, trabajo en equipo, evaluación nacional de la calidad de las instituciones educativas, libertad de elección de centros docentes, entre otros, con las políticas que se promueven en el sector empresarial. De las características que  identifican estos eventos de la globalización se destaca el hecho de promover la participación de los trabajadores en la toma de decisiones y el análisis del contexto para conocer los intereses y las expectativas de los clientes. Todas las organizaciones humanas dependen en buena medida de su adaptación al entorno y por lo tanto recupera el ideal educativo de la escuela en el sentido de cumplir funciones sociales que correspondan a expectativas de la sociedad que la rodea#.

En la actualidad el estudio del contexto, de la sociedad, de las comunidades, se constituye en la base para la construcción de propuestas educativas con una visión que integre las características y complejidades propias del entorno cultural de las regiones y las necesidades sociales propias de nuestros contextos (Zabalza, 2003). El trabajo con la comunidad se entiende como una experiencia colectiva que busca por una parte activar y fortalecer su sentido, con el fin de que actualice su potencial creativo de solución de problemas y de construcción de su realidad, y que esto permita la elaboración de un proyecto colectivo de trabajo que le permita intervenir en el enriquecimiento y transformación de la realidad social (Arango, 2006). El estudio de las comunidades permite tomar distancia frente a lo que exclusivamente solicita el mercado de trabajo. Sobre este tema,  Fuentes (2006, 20) señala:
En primer lugar está claro que cada vez tiene menor sentido que la educación… se proponga formar para un oficio o trabajo específico... Por primera vez, lo que el mercado de trabajo moderno demanda de las escuelas se acerca mucho a lo que los educadores desde siempre se han planteado como objetivo de la educación: un estudiante que sea capaz de pensar por sí mismo, analizar situaciones, resolver problemas, cooperar con otros, etcétera.

Dicho por Morin (2000: 29), “la educación debe promover una inteligencia general apta para referirse a lo complejo, al contexto, de manera multidimensional y en una concepción global”. El acercamiento escuela – comunidad se promueve y se vivencia en los procesos de planeación pensando de igual manera el desarrollo en términos de mejorar la calidad de vida de los sujetos y de las comunidades.

La institución educativa impulsora del desarrollo a escala humana
Si la planeación es prever, anticiparse, ¿cómo concebir el futuro de la universidad que juegue un papel importante en el desarrollo de una sociedad que cambia de manera permanente? El desarrollo social, en términos generales, no se piensa en abstracto en el sentido de que considera como base a las personas, los actores sociales, que son quienes jalonan el desarrollo. De allí que el “desarrollo a escala humana” pregone o relacione de manera muy estrecha el desarrollo social a partir de la satisfacción de las necesidades de las personas. (Max-Neef y otros, 2007). Max-Neef sostiene que el desarrollo se entiende a partir de tres principios básicos (citado por Arango, 2006):
  1. El desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos. La persona es un ser de necesidades múltiples e interdependientes.
  2. Las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables. De acuerdo a categorías existenciales podemos clasificarlas en: ser, tener, hacer y estar. De acuerdo a categorías axiológicas podemos clasificarlas en: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad.
  3. Las necesidades humanas fundamentales son las mismas en todas las culturas y en todos los periodos históricos. Lo que cambia a través del tiempo y las culturas es la manera, o los medios utilizados para la satisfacción de las necesidades.
Max Neef y otros sostienen que dentro del paradigma tradicional, se tienen indicadores tales como el Producto Interno Bruto de un país (PIB) o de una región, que es un indicador del crecimiento cuantitativo de los objetos producidos. Necesitamos ahora indicadores del crecimiento cualitativo de las personas. ¿Cuáles podrían ser? ¿El mejor proceso de desarrollo será aquel que permita elevar más la calidad de vida de las personas? ¿Qué determina la calidad de vida de las personas?. La calidad de vida está en relación directa con las posibilidades que tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas básicas.

El desarrollo a escala humana exige interpretar de otro modo la realidad de tal manera que tenga un contexto preciso en la realidad que viven las personas. El desafío que este planteamiento propone estriba en que el nivel político, los encargados de la planificación social y educativa y en general los actores sociales  tengan un enfoque transdisciplinar, que permita una interrelación permanente entre la política, la economía, la salud y la educación a fin de que puedan converger hacia resultados comunes. El desarrollo centrado en las necesidades humanas puede tomar como desafío el crecimiento de las personas y las comunidades. Esto se debe articular en un proyecto político/ democrático, descentralizador que potencie los recursos indispensables para un Desarrollo a Escala Humana (Ruiz, 1991).

Estas perspectivas sirven para pensar la escuela como motor de desarrollo personal y social y para ello debemos analizar la relación entre la escuela y la sociedad; relación que históricamente ha estado mediada por un sin numero de obstáculos y dificultades que han contribuido a diversas  interpretaciones en cuanto a sus orientaciones y alcances. Para que la institución educativa logre un mayor impacto en el ámbito social, creo necesario que los programas de formación re-piensen el significado del mejoramiento de la calidad de la educación a través de procesos colectivos de construcción, es decir, a partir del trabajo con los distintos actores sociales que habitan la ciudad y reconocen la diversidad de sus imaginarios y sus espacios. En otras palabras pensar la escuela pasa por vivir la ciudad, por entender, comprender e interpretar sus alcances y orientaciones. Comenzar a reducir esos distanciamientos entre la escuela y la sociedad (escuela – ciudad), es lograr pasar de una ciudad absorbida por la desconfianza, el individualismo, el facilismo, la violencia, la debilidad en la participación ciudadana, a una ciudad llena de relatos que congreguen las angustias, los deseos, las expectativas, los intereses, los logros y en fin los sentimientos y las actitudes que faciliten el trabajo conjunto y colaborativo.

¿Cómo podrían las instituciones educativas contribuir al desarrollo integral de las personas y de las comunidades? Estas inquietudes pueden alcanzar niveles de profundización para vislumbrar posibilidades de acercamiento y discernimiento si se piensan desde el currículo fundamentado en corrientes del pensamiento que pregonan una educación con pertinencia social.

El currículo como elemento articulador de la planificación educativa y del desarrollo humano.
En los últimos años muchas de las instituciones educativas del país han llevado a cabo diversos esfuerzos para rediseñar sus currículos con el propósito de dar respuesta a las necesidades de readecuación continua y mejorar la calidad de su oferta en términos de pertinencia social, cultural, científica y pedagógica. En la Universidad el Valle, por ejemplo, esta intención se concreta en el Acuerdo No 009, de 2000, en la Universidad Nacional en la agenda 2002 – 2004, entre otras.

En estos esfuerzos se evidencia la necesidad de consolidar e institucionalizar un espacio de reflexión e investigación que permita no sólo la comprensión de los programas curriculares organizados por disciplinas, por áreas del conocimiento y por ciclos, de sus relaciones con la sociedad colombiana, sino también la construcción de propuestas innovadoras que logren un mayor acercamiento a los propósitos educativos de formación integral sobre principios de flexibilidad y pertinencia social.

Al respecto, todavía existe en nuestro país una actitud de reticencia y posturas rígidas en las instituciones, que obstaculizan la definición de espacios que brinden la oportunidad de buscar, diseñar y experimentar actividades curriculares y pedagógicas que apunten, por un lado a la pertinencia rigurosa de los currículos y por el otro, a la renovación de las prácticas para crear ambientes de aprendizaje que estimulen un mayor compromiso del estudiante con su propia formación.

Una nueva propuesta curricular de esta índole parte del supuesto de que la estructuración curricular por asignaturas ya cumplió su ciclo; después de ser éste el modelo básico resulta necesario introducir nuevos conocimientos producidos con soporte investigativo, acorde con la educación que necesita el país y los requerimientos sociales propios de nuestros contextos de tal manera que impida su fragmentación y por lo tanto la anhelada formación integral del ser humano.

El currículo estructurado por asignaturas, que responde al esquema tradicional de la educación en nuestro país, tiene consecuencias delicadas, dado que impide ver lo global así como lo esencial de los problemas, descontextualiza los problemas, impide establecer el vínculo entre las partes y el todo, inhibe las relaciones personales dada la desmembración artificial, es difícil captar las conexiones entre ellas, no favorece iniciativas para el estudio ni la investigación autónoma.

Sobre esta situación, Edgar Morin (2000:12)) expresa que “la supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide a menudo operar el vínculo entre las partes y las totalidades y debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos”. Este planteamiento nos lleva a asumir que el conocimiento de un fenómeno de la realidad social y cultural es realmente pertinente si se aborda en su contexto tal y como se manifiesta en un tiempo determinado y en circunstancias particulares. Estas nuevas formas de producción del conocimiento organizan una perspectiva que pone en cuestión el modo en que las instituciones educativas crean y distribuyen conocimientos. Torres (1996, 84), por ejemplo, es enfático cuando sostiene que en las épocas modernas, igual a lo que sucede en el ámbito de las ciencias, se manifiesta un nuevo punto de vista sustentado en la constatación de que la actividad curricular tiende a organizarse cada vez más como una práctica que trasciende las disciplinas. Desde estos planteamientos, el modo de producción de conocimiento, se  caracteriza:
por mayor inter-y-transdisciplinariedad y mayor énfasis en la aplicabilidad del conocimiento, todo lo cual implica el debilitamiento de tradicionales identidades y delimitaciones (o aislamientos) disciplinarios, y creciente apertura, integración e hibridación entre ‘territorios’ (disciplinas) tradicionales habitados por ‘tribus’ homogéneas y autoreferidas (identidad disciplinaria...), así como el desplazamiento de la función de generación de conocimientos a una gran variedad de entidades extra-universitarias (institutos, centros, empresas, laboratorios..).

Un cambio de esta naturaleza incide tanto en el tipo de conocimiento que se genera, como en las formas en que se desarrolla el proceso de su producción, los campos en que se ejercita, las estrategias de planificación y el estilo organizativo que adquiere, las estrategias de evaluación que se aplican, los criterios de asignación académica del profesorado, el manejo y la administración del material bibliográfico.

Mientras en el pasado las instituciones usaron esquemas multidisciplinarios para adecuar los planes o programas de estudio a la resolución de problemas puntuales, en la actualidad deben hacer frente a enfoques interdisciplinarios con miras a enfoques transdisciplinarios que, a diferencia de la anterior, no refieren a una hibridación del conocimiento (disciplina y disciplina, o disciplina con disciplina), sino a una visión cuyos alcances sobrepasan ampliamente los campos disciplinares.

La caracterización del "nuevo modo" de producción de conocimientos (modo de producción de conocimiento II#) procede por comparación con el "modo tradicional". Si este último genera saber dentro de marcos rigurosamente disciplinares, el primero, en cambio, al originarse en amplias estructuras transdisciplinares (sociales y económicas), tiene la cualidad de superar el plano estrictamente cognitivo. Crear conocimiento en la manera tradicional supone ceñirse a una matriz mono o multidisciplinar que produce según las prácticas relevantes de una disciplina particular y opera con la distinción entre conocimiento "básico" y "aplicado". Crear en el marco de criterios transdisciplinares de índole práctica y buscando resolver problemas definidos, significa descargarse de la diferencia entre conocimiento "básico" y "aplicado" y trabajar en medio de una circulación constante entre niveles.
En el modo tradicional, la organización curricular cobra un perfil jerárquico que desarrolla estructuras durables y homogéneas, al contrario del nuevo modo, cuya horizontalidad configura agrupamientos heterogéneos y transitorios. Si en el modo tradicional es la comunidad de especialistas la que convalida los hallazgos, en el nuevo modo no es posible identificar dispositivos y estructuras legitimadoras, ya que éstos resultan "disfuncionales" a la propia tarea.

En el pasado como en el presente, la actividad curricular y sus reformas se construyen en relación con modos y prácticas de producción industrial y organización política y en circunstancias de creciente complejidad social, las que plantean problemas cuyas soluciones ya no pueden proceder de las disciplinas usuales, y menos aun, de un único conjunto de especialistas.

La teoría del currículo dentro de una tradición en Estados Unidos (que a nosotros nos ha llegado durante mucho tiempo como base de la racionalización del currículo fundamentado en el saber culto por asignaturas) se ha ido definiendo como una teorización ahistórica, que la lleva en muchas ocasiones a difundir modelos descontextualizados en el tiempo y respecto de las ideas que la fundamentan, bajo la preocupación utilitarista de buscar las “buenas” prácticas y “los buenos” profesores para obtener “buenos” resultados educativos (Kliebard, 1975, citado por Sacristán, 1996).

Desde la perspectiva de Morin, la educación tradicional, que denomina el pensamiento  simplificador, se distingue por cuatro principios básicos:
1. La disyunción: que tiende a aislar, a considerar los objetos independientes de su entorno, no ve conexiones, no ve en las especializaciones la relación de unas con otras, etc. 2. La reducción: que tiende a explicar la realidad por sólo uno de sus elementos: ya sea síquico, biológico, espiritual, etc.; ve el mundo una máquina perfecta; se siente satisfecho estableciendo leyes generales desconociendo la complejidad de la realidad y del hecho humano. 3. La abstracción: que se contenta con establecer leyes generales desconociendo las particularidades de donde surgen. 4. La causalidad: que ve la realidad como una serie de causas efecto, como si la realidad planteara ingenuamente un trayecto lineal, del menos al más, ascensional o se le pudiera plantear una finalidad.
Volviendo a los referentes para el diseño curricular, los estudios sobre posibilidades más abiertas y complejas de las prácticas curriculares, brindan insumos importantes como un aporte a la discusión en el plano internacional y nacional. En Colombia son diversos los investigadores que han sugerido nuevas formas de construir un currículo que integre las vivencias cotidianas, la vida práctica y simbólica de las comunidades, para trascender las fronteras de las disciplinas pensando en crear una cultura inter, multi y transdisciplinaria. Entre ellos, Nelson López (2001), María Cristina Pulido (1995), Luis A. Lozano y Carlos J. Lara (1999), entre otros.

En el plano internacional, también se vienen adelantando desarrollos para lograr romper con los paradigmas tradicionales de construcción curricular intentando un acercamiento de las actividades que realiza la escuela con aquellas transformaciones que se viven en la sociedad y que involucran expectativas de tipo cultural de manera directa y no esperando que los logros se den de acuerdo a la capacidad innata de los actores una vez egresen de la institución escolar. Para mencionar algunos de estos esfuerzos hay que retomar los trabajos adelantados en países como España (Fernando Hernández y Montserrat Ventura, 1998), Estados Unidos (Marian Martinello y Gillian E. Cook, 2000), y en Francia (Alan J. Bishop, 1999), entre otros.

Estos esfuerzos se han visto apoyados por la corriente del pensamiento complejo, que plantea la heterogeneidad, la interacción, el azar; todo objeto del conocimiento, cualquiera que él sea, no se puede estudiar en sí mismo, sino en relación con su entorno; precisamente por esto, toda realidad es sistema, por estar en relación con su entorno. Se podría distinguir algunos principios del pensamiento complejo: el dialógico, la recursividad, el hologramático#: El dialógico, en el cual a diferencia de la dialéctica, no existe superación de contrarios, sino que los dos términos coexisten sin dejar de ser antagónicos. La recursividad, en el cual el efecto se vuelve causa, la causa se vuelve efecto; los productos son productores, el individuo hace cultura y la cultura hace a los individuos. El principio hologramático, que busca superar el principio de “holismo” y del reduccionismo. El holismo no ve más que el todo; el reduccionismo no ve más que partes. El principio hologramático ve las partes en el todo y el todo en las partes.

Un currículo creado sobre supuestos distintos, que no se resigne al saber parcelado según las disciplinas, que no aísle los objeto del estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir; que aspire siempre a un pensamiento multidimensional; que considere siempre que las verdades profundas, antagonistas las unas de las otras, son complementarias, sin dejar de ser antagonistas, que no reduzca a la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad, debe dar pie para problematizar los contenidos y los saberes que circulan en los distintos escenarios propios de la escuela. Esto servirá para, como lo manifiesta Morin (2000):
  • Pensar que la educación del futuro sea una enseñanza universal centrada en la condición humana que facilite la integración del conocimiento.
  • Dar lugar a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades y sus conjuntos.
  • Favorecer visiones de la realidad en las que las personas aparecen como sujetos de la historia.
  • Crear las condiciones para estimular el compromiso con la realidad.
  • Lograr una participación más activa, responsable, crítica y eficiente frente a los retos que nos depara la vida en sociedad.

En conclusión, considero que la institución educativa enfrenta dos grandes desafíos comunes a todas las organizaciones humanas en el presente: por un lado, redefinir su misión, el sentido de su presencia en la sociedad, construir una nueva visión que oriente su labor; simultáneamente, buscar nuevas formas de organización, romper las viejas estructuras que eran aptas para una sociedad que cambiaba mucho más lentamente y sustituirlas por formas organizativas mucho más flexibles que permitan adaptarse a entornos en cambio permanente.

La escuela como institución social es objeto de múltiples contradicciones. Se la analiza y cuestiona desde dentro y desde fuera; Muchos coinciden: la escuela como organización social está en crisis. Pero, conjuntamente con su conocida desvalorización, se vive una coyuntura en que se necesita de ella y se le asigna un rol protagónico en el carácter de motor de desarrollo y de transformación social. Todo ello en un complejo contexto de escasez de medios y recursos y de condiciones laborales deficientes para los docentes. En este marco es necesario volver a pensar las formas de organización y gestión de los sistemas educativos a fin de que respondan a nuevas lógicas y principios para hacer educación, esbozados aquí de manera general. Quienes están a cargo se ven enfrentados a una tarea de una complejidad como nunca antes se tuvo, como el caso de la universidad que tiene la importante tarea de formar los profesionales que nuestra sociedad requiere y que para cumplir dicha tarea debe repensar los procesos de construcción – de construcción de sus políticas y de su quehacer institucional hacia dentro en relación con el diseño y rediseño de los programas académicos.

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